La Cuarta Revolución Industrial es la que condicionará en los próximos años la atracción y fidelización de talento y será así fundamentalmente por la existencia de una brecha entre lo que los empleados reales y potenciales ofrecen al mercado de trabajo y aquello que las empresas demandan y precisan.
Pero si hay algo que no podemos negar es que existe una nueva realidad. Los papeles se han intercambiado y ahora los trabajadores son lo importante y quiénes deciden dónde quieren prestar sus servicios y dónde no. Ahora las organizaciones son las que les necesitan, y no al contrario como ocurría, por ejemplo, hace unos años en plena crisis económica.
Los empleadores necesitan de sus talentos, conocimientos, habilidades, experiencia… ya que hoy en día la tecnología, los cambios en los procesos de producción y procedimientos de trabajo son fácilmente imitables y ya no es posible basar una ventaja competitiva en ellos a medio ni largo plazo.
El elemento diferenciador más importante ahora son las personas que conforman los equipos de trabajo, sus talentos y la capacidad de crear sinergias entre los miembros de los mismos. El problema radica en que el talento es un bien escaso y, además, nos encontramos ante un nuevo escenario hasta ahora desconocido en el mercado de trabajo.
De hecho, si distinguimos entre las diferentes generaciones existentes actualmente en el mercado de trabajo, podemos encontrar que a unos y otros se les atribuyen características totalmente diferentes, como veremos a continuación.
La clave, entonces, está en examinar las necesidades de la organización y saber conjugar esa interesante mezcla entre unos empleados y otros para ser lo más eficientes posible.
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